Parece que el cúmulo de
experiencia no es garantía para mejorar el entorno, se usa y se desecha
fácilmente, en todos los aspectos, limitando las lucidas garantías humanistas
por alcanzar una mañana solemne. Humanos que
se forman en vitrinas y deforman sus pesares atraídos por la
esperanza de una cura a ese vacío que muy pocos se atreven a mencionar.
De todas las palabras existentes hay cuatro que
residen en el hombre y cuando se unen ayudan a describir esta época: simular
sin poder disimular
Al pronunciarlas, el eco las envuelve y las transforma dejando muchos rastros en su significado, algunos de estos podrían ser:
Al pronunciarlas, el eco las envuelve y las transforma dejando muchos rastros en su significado, algunos de estos podrían ser:
1) Formar un mundo fantasioso, desmedido para que este sea percibido,
admirado y aceptado por los otros.
2) Ocultar el pasado, no dejar evidencias de las particularidades de cada hombre pues estas podrían desencajar en los parámetros de este mundo regulado.
3) Pregonar conocimiento y ser recicladores eruditos, limitados a las exigencias de un tiempo, relegados a las sombras que les permita ocupar la sociedad.
4) Aparentar y divulgar urgidos por la inmediatez, construir una vida exitosa donde se subrayan los buenos momentos para despertar la campaña jactanciosa de la "superación personal”
2) Ocultar el pasado, no dejar evidencias de las particularidades de cada hombre pues estas podrían desencajar en los parámetros de este mundo regulado.
3) Pregonar conocimiento y ser recicladores eruditos, limitados a las exigencias de un tiempo, relegados a las sombras que les permita ocupar la sociedad.
4) Aparentar y divulgar urgidos por la inmediatez, construir una vida exitosa donde se subrayan los buenos momentos para despertar la campaña jactanciosa de la "superación personal”
Cuatro palabras y significados que se dibujan en un
cuadro, ansioso por ser exhibido en el húmedo cuarto de los solemnes vacíos, de
la tempestad y los adornos. Este mundo no observa el dibujo sino el marco.
Así, nos vamos llenando de números y letras, siendo observados
sigilosamente por el humorista del tiempo que nos aplaude (aparentemente)