viernes, 24 de junio de 2016
En mi estancia
No hay sorpresa en las palabras, escribir y concebir algo más que mariposas ardientes sobre el deseo, el gran menester de las caricias amargas que se dilatan en tegumentos sin orificios, tez blanca, de esas que derrocan la calma revelando un alma vieja, ahora sin estigmas, se involucra en cada puerto de mi ausencia y retorna en una noche entre azulados conductos con grandes delirios que fuesen desechos.
Se puede detener esa fuerza que envuelve el silencio, el camino de secretos se ha rebosado con profundas miradas que fueron resguardadas entre círculos sedientos, en la hora del tango una flor reposa sobre su pecho y ella con sus finos movimientos vulnera mi carne y disipa los versos.
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